Esta canción fue la carta de presentación de mi papá cuando nos volvimos a ver en 1999, después de 6 años de separación. Yo tenía 12 años, era aún un niño, y en mi mente su ausencia había durado una eternidad. Debido a los conflictos entre él y mi madre, nuestra despedida no había sido muy grata. Inevitablemente, yo había tomado el “bando” de ella y le tenía cierto miedo a él.
Después de 5 años –o toda una vida– en un pueblo pequeño, y de gradualmente darme cuenta de que mi madre no era la víctima que yo creía, despertó en mi una necesidad de contemplar otras alternativas de vida. Desde esa época, mi visión era ya la de construir mi propio destino, y aunque no tuviera los medios para hacerlo por mi mismo, supe que había un gran poder en mis decisiones.