Dios todavía no ha creado el mundo; sólo está imaginándolo, como entre sueños. Por eso el mundo es perfecto, pero confuso.
-Augusto Monterroso en Movimiento Perpetuo-
Me pregunto qué tan confuso resulta el mundo para mis creaciones. Decenas de rostros, símbolos, escenarios y situaciones que en cierta manera existen y a la vez no. Jamás han visto la luz, no han sido representados aún con seriedad en las palabras precisas, ni en los trazos correctos.
Este ejercicio es un primer paso. Sin embargo, no comenzaré con una idea concebida en mis 5 sentidos, sino con una que se ha generado en ese limbo de la consciencia donde no se está del todo aquí.
Traer un recuerdo del terreno onírico es complicado porque éste nos traiciona, cuando se intenta atrapar el mundo que ha generado un sueño, parece escaparse entre los dedos como si tercamente pretendiéramos agarrar líquido.
Por ello tomé la fotografía que encabeza esta entrada en el blog, a manera de un instrumento que fija mi consciencia en aquel lugar. Tan sencillo y a la vez tan complejo, este cotidiano elemento dotó de una tremenda cantidad de realidad a ese sueño. Nunca pensé tenerlo tan presente en mi memoria, y justamente esto es lo que me enredó en una espiral de cuestionamientos sobre la consistencia de nuestra realidad.
El acontecer de los hechos fue de lo más terrorífico e hilarante a la vez. No hace falta dar otros detalles (que claramente no tengo) pero basta con decir que el asunto involucraba una araña-alacrán gigante y la manera más ridícula de hacerse cargo de ella.
Sin embargo, en mi memoria quedó grabada la insistente impresión de que aquello no había sido un sueño… a partir de allí, han habido momentos recurrentes en los que al estar despierta, me inunda la sensación de que tal vez sigo soñando.
Despiértese, que es tarde, me grita desde la puerta un hombre extraño. Despiértese usted, que buena falta le hace, le contesto yo. Pero el muy obstinado me sigue soñando.
-Dice Ana María Shua en Sueño #69-