Cómics

Promethea – #ComicBookChallenge10

Este post es parte del #ComicBookChallenge10, donde hay que compartir los 10 cómics que te han marcado de alguna forma.

Día 8 de 10:
Promethea (1999 – 2005)

Alan Moore / J.H. Williams III / Mick Gray / Todd Klein

Desde que era adolescente, suelo decir que Promethea es mi biblia. Más que un cómic, se trata de la obra que despertó mi interés por la mitología, teología y psicología. Y sobre todo, me hizo un devoto creyente de la simbiosis entre ficción y realidad.

Pero, ¿qué es Promethea? Es un cómic escrito por Alan Moore, que no es de sus más conocidos, pero puedo apostar que sí es de las obras más cercanas a su corazón. Todas esas leyendas y rumores sobre su vida como ‘mago’, no hacen más que contribuir a la visión generalizada de viejo loco cascarrabias que el público parece tener de él hoy en día.

Sin embargo, todo lo que Moore ha tratado de comunicarnos a lo largo de su vida, toda la crítica, todas las controversias, todo el esoterismo… sería menos malinterpretado si más gente leyera Promethea.

Más que una obra de narrativa gráfica, Promethea es una guía del mundo, la realidad y las ideas. En 32 números, Moore nos lleva de la mano a través de los diferentes sistemas de creencias y cosmogonías, y nos demuestra con hechos, todos los puntos donde convergen.

A pesar de estar acostumbrado a bombardearnos con subtexto y simbolismos en la mayoría de sus obras, Promethea es paradójicamente la más cargada de símbolos pero también la más explícita y menos pretenciosa. Moore pone todas las cartas sobre la mesa, en un afán de explicarlos la magia, el Tarot, el Kabalah y un sinnúmero de conceptos arcanos. La obra es tanto una lección de historía universal, como lo es de historia del arte y de la filosofía, con personajes reales entremezclados con los ficticios.

La historia se centra en Sophie Bangs, estudiante universitaria en un Nueva York de 1999 ligeramente distinto al nuestro. Autos voladores, un equipo de “science heroes” llamados The Five Swell Guys, el primer alcalde con personalidad multiple, y la depresiva historieta del Weeping Gorilla son algunas de las diferencias que separan al mundo de Promethea del nuestro.

Como podrán darse cuenta, todos ellos son elementos que bien podrían ser suficientes para incitar a la lectura de este cómic. Y no es que queden relegados a un segundo plano, sino que adornan, amenizan y complementan perfectamente el denso viaje que realizaremos junto a la protagonista.

Sophie está investigando para su tesis, la cual se centra en las diferentes encarnaciones de un personaje de la literatura y cultura popular llamado “Promethea”. Pero desde el primer número, descubriremos junto con ella que Promethea es más que un personaje: es una historia viviente que se materializa en el mundo real a través de las personas que la invocan, ya sea por medio de poesía, prosa, ilustración o cualquier expresión creativa. Incluyendo también, la redacción de una tesis.

Así pues, Sophie adopta el manto de Promethea, y junto con el lector, va aprendiendo sobre el Immateria, el mundo de las ideas y la imaginación, pero también la representación del inframundo o el “más allá”. Por medio del árbol de la vida y sus Sephirot, Moore mapea todos los aspectos del inconsciente humano y la espiritualidad. Cada estrato del Kabalah corresponde con ciertas emociones, símbolos, e incluso deidades de todas las mitologías y religiones. Con los caminos que unen a cada Sephira representados por las arcanas del Tarot.

A pesar de sentirse por momentos como un texto académico, el cómic tiene muchos momentos clave que lo hacen el medio indicado para contarnos esta historia. Como bien nos señala Moore, el lenguaje comenzó con representaciones pictóricas, así que no hay mejor manera de explorar el subconsciente humano. Y es que cada página y páginas dobles son una verdadera obra de arte, a cargo de J. H. Williams III, Mick Gray y varios artistas invitados. Además, el diseño tipográfico de Todd Klein es de lo mejor que he visto en el medio.

Incluso los momentos más transitorios, como cuando un personaje se traslada de punto A a punto B, están cargados de dinamismo, técnica, infinidad de detalles en el fondo e incluso paneles estilizados para cada viñeta de acuerdo al momento o conceptos transmitidos por la trama y los globos de diálogo.

Prácticamente cada número está inspirado por un estilo artístico en particular, desde los pulps e historietas de romance, hasta el arte pop y la animación al estilo de Terry Gilliam (Monty Python) o Heinz Edelmann (The Yellow Submarine), pasando por art noveau, impresionismo e hiperrealismo, por mencionar algunos ejemplos. Así pues, los Sephirot terminan ligados también a la historia del arte, al relacionarse con emociones o conceptos específicos.

Aunado a todo esto, está la crítica inevitable a la modernidad que tanto caracteriza a Moore. Por medio de los elementos paródicos antes mencionados, cada personaje secundario y anuncio publicitario cobra vida y adquiere relevancia para la trama. El cómic tiene muchos momentos satíricos que añaden un ritmo ameno a las partes más densas. Como ejemplo, les comparto esta página de las aventuras de Stacia la mejor amiga de Sophie, quien queda a cargo de proteger el mundo material mientras Sophie recorre el Immateria. Pero para lograrlo, primero deberá invocar a una de las encarnaciones previas de Promethea: Grace Branagh la ilustradora de pulps, quien se comunica con ella a través de sus subconsciente y le ordena conseguir material de referencia en una tienda de cómics.

Promethea sigue siendo mi biblia. Ha formado muchos de mis gustos y gran parte de lo que hoy podría considerar mi lado espiritual. Al final del día me ha enseñado que muchos conceptos son dos caras de la misma moneda: ciencia y religión, arte y entretenimiento, ficción y realidad… e incluso la vida y la muerte.

Fotos: Makoto


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